Estaba deseando ver la peli, pero tenía una expectativas demasiado altas, y eso no suele ser bueno.
Nada que objetar sobre las interpretaciones tanto de los protagonistas como de los de reparto. Luis Tosar en su línea habitual, un pedazo de actor pero con un registro único, no lo saques de ahí. Y Carolina Yuste estupenda, interpreta de forma muy creíble a su personaje, un Goya muy merecido aunque tampoco puedo opinar demasiado porque no he visto los trabajos de las otras nominadas.
Dicho esto, tengo que decir que hay una serie de cosas que me han chirriado bastante:
1. Me está empezando a rayar mucho la perspectiva de género en todo tipo de películas, incluso en algunas que no tienen nada que ver con el tema, como este thriller sobre la lucha antiterrorista. Aunque tengo entendido que Arantxa Echevarría es una experta en estas lides. Lástima, porque ese tufillo reivindicativo aquí sobraba totalmente. Esa sutil denuncia al paternalismo heteropatriarcal, por ejemplo, con el tema de la policía embarazada, de verdad, era necesario? No, no lo era. Por favor, déjennos ya en paz con el dichoso temita.
2. Me falta contexto con el tema del proceso de infiltración. Nos quedamos sin saber cosas del máximo interés, como la manera de contactar con los grupos abertzales, de ganar su confianza, de convertirse en una más del grupo. Cuando nos presentan a la protagonista ya está totalmente integrada, nos hurtan esa primera parte adaptativa, y de sopetón nos plantan en el último año del proceso. Y ese salto de la joven policía recién graduada a la tía ya curtida en el disimulo nos lo perdemos, cuando para mí es lo más interesante.
3. (Aviso, spoiler gordo) Lo siento mucho, pero la cagada final del gato me ha matado. Cómo es posible que se ponga en peligro a una persona que ha hecho semejante servicio a la sociedad por la sencilla estupidez de llamar a su gatito por su nombre delante de los asesinos? Si eso fue un hecho real es tan increíble que yo no lo habría metido en el guion ni loca. Porque la sensación final es que estamos en manos de auténticos subnormales, cosa que sospechamos muchos pero, coño, no nos enseñes tanto el culo.
Para terminar tengo que decir que la escena más representativa para mí es esa en la que la infiltrada, harta de coles de escuchar rock duro vasco durante horas, llega a su casa y se pone a cantar a voz en grito "Alegría de vivir" de Ray Heredia. Joder, vale que aguantes las conversaciones demenciales de esa panda de fanáticos, sus horripilantes flequillos abertzales y sus kaleborrikadas, pero tener que soportar durante horas horas y horas esa música infernal me parece la peor de las torturas imaginables. La más terrible putada del trabajo de infiltrada.
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