domingo, 30 de marzo de 2025

Adolescencia (Miniserie), by Philip Barantini

Ya es paradójico que al mismo tiempo que se monta tremenda polémica porque un autor ha escrito un libro sobre un tipo que asesinó a sus propios hijos, hasta el punto de que de momento ese libro no ha podido ser publicado debido a la escandalera, como digo al mismo tiempo la serie más vista, la más loada, la más publicitada,  la que todo el mundo recomienda que se vea en las escuelas, en los institutos, que la vean los padres con sus hijos, en fin, el summum de las series, esté también basada en un crimen real que impresionó vivamente al guionista e intérprete Stephen Graham, que hace del padre del asesino. En palabras del propio Graham: "Hubo un incidente en el que supuestamente un niño apuñaló a una niña. Me impactó. Pensé: qué está pasando? Qué está pasando en una sociedad en la que un niño apuñala a una niña hasta la muerte? Cuál es el incidente que lo incita?" Vamos, muy probablemente las mismas preguntas que se hizo Luisgé Martín sobre qué pasa en la mente de un padre para acabar cruelmente con la vida de sus hijos, qué clase de odio terrible tiene que sentir para llegar a hacer una cosa así. Bueno, pues mira por dónde los autores de la serie son aclamados por el público, por los medios y por la crítica mientras que a Luisgé Martín más de media España quiere verlo muerto, su obra prohibida y la editorial arruinada. Esta es la sociedad hipócrita e idiotizada que tenemos. 

Que digo yo que la niña muerta en Reino Unido a manos del chaval también tendría padres, igual que el mismo asesino, y para ninguno de ellos debe de ser agradable que su historia se haya convertido en un boom mundial, aunque en este caso cambien los nombres, pero las familias saben perfectamente que es  el caso de su hijo y de su hija. En fin, lo dicho, la sociedad que tenemos.

Para mí la serie ha sido un bluf total. Ya me lo estaba temiendo porque tanto bombo y tanto platillo a mí normalmente me terminan decepcionando. Y tal como imaginaba todo ese bombo viene de lo que ya suponía: el enésimo mensaje sobre lo peligrosísimas que son las masculinidades tóxicas que se van extendiendo entre la gente joven. Hace unos días de hecho escribí en mi blog Arfondoalaizquierda un post sobre este asunto y sobre la turra impenitente que nos dan a diario con el temita de marras.

Vamos, como si que los chicos asesinaran a las chicas fuera el pan nuestro de cada día que ocurriera en los institutos prácticamente cada semana, en lugar de ser afortunadamente un suceso puntual que precisamente por su escasa frecuencia se convierte en noticia espeluznante. Del mismo modo que la mayoría de los padres no van por ahí asesinando a sus hijos y lo de Bretón también es una excepción que pone los pelos de punta al común de los mortales. No son hechos que ocurran a diario ni con una periodicidad verdaderamente alarmante. En cambio sí es mucho más preocupante y frecuente el bullying en las escuelas y los institutos, y curiosamente sobre ese asunto la serie pasa de puntillas sin darle mayor importancia. Lo que le parece a los autores peligrosísimo es lo de las masculinidades tóxicas, lo de los incels y los misóginos. Como si antes de que se pusieran de moda estos temas no hubiera decenas de tarados que perpetraban matanzas en las escuelas, como si nunca hubiéramos tenido noticia de los distintos Columbine que cada X tiempo nos llegan desde Estados Unidos fundamentalmente y que no tienen nada que ver con la misoginia ni con todo ese rollo. Sin embargo la cantidad de suicidios que provoca el acoso escolar, eso no parece preocuparle demasiado a esta gente. Y no solo los que terminan suicidándose sino los que sufren terriblemente a diario que no llegan a tal extremo pero que son objeto permanente de burlas crueles, insultos de todo pelaje y a menudo también golpes. Pues nada, lo realmente alarmante es la manosfera.  Qué pereza, diooooooossss!!!

Por otra parte los adolescentes han sido, son y serán siempre bultos sospechosos per se. No los entienden ni los niños ni los adultos, básicamente porque el nivel de imbecilidad en esa etapa de la vida es de tal calibre que es imposible entenderlo desde ninguna otra. Yo ahora mismo estoy trabajando en la biblioteca con una serie de libros escritos para ese público justamente y veo con claridad que las propias autoras que los escriben (porque casi todas son mujeres) parten de la base de que sus lectores son idiotas. Y efectivamente lo son porque además están en la edad de serlo. Y si a eso le unes la existencia de las redes sociales, esos retos virales absurdos que se difunden por Tiktok, la necesidad que tienen de integrarse entre esa manada de becerros que los llevan a cabo, ya tenemos el pack completo.

Pues eso, que estamos ante otro producto más con todos los componentes ideológicos favoritos de la factoría Netflix. Solo le ha faltado alguna alusión a la catástrofe climática para ser "perfecto". Sí les reconozco a Barantini y a Graham, director y guionista respectivamente, la clarividencia de percatarse de que este tipo de historias vuelven loca a la peña y se convierten rápidamente en productos de masas. Los padres, eso es así, están preocupados por sus hijos adolescentes, sobre todo porque se mueven en un mundo digital que a la mayoría de los adultos nos resulta desconocido y nos asusta, y eso lo han sabido ver perfectamente los creadores de la serie. Y además han escogido a Owen Cooper, un actor con carita angelical, que es el último niño sobre la tierra que una se imaginaría apuñalando a una compañera de clase. Muy bien seleccionado para impactar todavía más, porque tengo entendido que el chaval que protagonizó los hechos en la vida real no tenía ni mucho menos ese aspecto de criatura celestial. 

Sí me han hecho mucha gracia los comentarios sobre los famosos planos secuencia. Hasta mi hijo me dejó boquiabierta cuando me lo comentó. Pero desde cuándo sabe este muchacho algo de técnica cinematográfica? Luego vi que es que era vox populi y que por lo visto eso había impresionado un montón a la gente. A mí personalmente me marea muchísimo esa cámara que está todo el rato moviéndose de un lado para otro y cruzándose con los distintos personajes, pero pa gustos colores.  Y bueno, gracias a la serie ya sabe toda la audiencia lo que es un plano secuencia. Ea, todos los días se aprende algo nuevo y no hay mal que por bien no venga, y a ti te encontré en la calle.

jueves, 27 de marzo de 2025

Entre tierras (Serie), by Pablo Guerrero

Tengo que decir que la serie empieza de una manera lamentable, que no hay por dónde pillarla. De esto que te dan ganas de decir: me rindo desde ya, yo esto no lo veo ni borracha. 

Llega un señor sesentón, el mismísimo Juanjo Puigcorbé, a un pueblucho almeriense a buscar novia adolescente. Hace un casting entre las doncellas del lugar y finalmente se decide por una hermosa quinceañera que está casi decidida a casarse con el abuelo a cambio de que su familia totalmente arruinada pueda sobrevivir. En esto que la hermana de la muchacha, unos quince años mayor que la niña, una solterona prácticamente, interpretada con su solvencia habitual por Megan Montaner, se ofrece al caballero a cambio de su hermana con el argumento de que ella es más mujer y le será más útil. 

Vale, el señor cambia novia adolescente por solterona, guapa pero pelín pasaílla (recordemos que le gustaban jovencitas), y nos lo tragamos con benevolencia. Y resulta que al llegar al altar nos enteramos de que esto no es una boda normal sino que es por poderes y que el señor representa a su sobrino. Vamos, que el probable pederasta no es él sino el muchacho. Y la solterona casadera al enterarse, lejos de dar gracias a todos los santos por no tener que meterse en la cama con el vejestorio entrado en carnes, se pilla tremendo cabreo porque nadie le había comunicado esta particularidad. Y dice que entonces no hay trato, que no está ella pa tonterías. 

Conste que no revelo nada que no se vea en el primer episodio. Como podréis comprender a una le entran ganas de agarrar el mando y tirarlo contra la tele. Tomadura de pelo máxima, menuda locura de guion, cada día nos toman por más gilipollas... En fin, toda la retahíla de improperios que sueltas cada vez que empiezas a ver un bodrio de estos.

Pero al final decides darle una oportunidad, aunque solo sea para venir después aquí a poner la serie a parir. Y resulta que conforme van pasando los capítulos el culebrón va mejorando, y te vas enganchando, y los diálogos son un poco menos ridículos que los del primer día, y a veces hasta tienen su enjundia, y coño, esto no está tan mal, he visto cosas peores. Hay malos muy malos, zorras muy zorras, valientes heroínas, amor puro, diversidad sexual... en fin, el pack completo.  Total, que te picas a ver cómo acaba esto y que te quedas hasta el final. Y ya a partir de ahora tengo que pasar a spoilear porque lo que viene sí revela partes que podrían joder un pelín al que decida verla.

El final consiste básicamente en que van cayendo poco a poco todos los tíos y son las mujeres, unidas y sí, la palabra maldita, empoderadas, las que arreglan ellas solitas todo el lío del Montepío. Ellas perdonan las ofensas pasadas, todas al unísono en franca sororidad deciden hacer justicia y ponerse de acuerdo para tenderle una trampa al villano, pillarlo en falta y mandarlo al trullo. Si alguna fue en otro tiempo una auténtica hijadepiiii no se lo vamos a tener en cuenta porque está totalmente arrepentida y ahora ya es buena.  Incluso el bebé que esperaba Megan Montaner resulta ser niña, como no podía ser de otra manera.  Vamos, que el mensaje es claro y contundente: los hombres son viles seres, el mundo es de las mujeres.

Se salva únicamente el hermano de la protagonista, que ese no muere porque es homosexual y hay que salvarlo. Y en el último capítulo lo vemos viviendo en Barcelona con su maromo, y cómo no, en lugar de salir alguna escena tierna de los muchachos tomándose la mano paseando por el campo, se les ve en una habitación, en gayumbos blancos de la época, morreándose a mandíbula batiente como si no hubiera un mañana. Ya hemos salvado la nueva masculinidad, y hemos mandado a todo el heteropatriarcado tóxico a la tumba o a la cárcel. Mensaje correctamente recibido, Pablo Guerrero.

sábado, 8 de marzo de 2025

La infiltrada, by Arantxa Echevarría

Estaba deseando ver la peli, pero tenía una expectativas demasiado altas, y eso no suele ser bueno.

Nada que objetar sobre las interpretaciones tanto de los protagonistas como de los de reparto. Luis Tosar en su línea habitual, un pedazo de actor pero con un registro único, no lo saques de ahí. Y Carolina Yuste estupenda, interpreta de forma muy creíble a su personaje, un Goya muy merecido aunque tampoco puedo opinar demasiado porque no he visto los trabajos de las otras nominadas.

Dicho esto, tengo que decir que hay una serie de cosas que me han chirriado bastante:

1. Me está empezando a rayar mucho la perspectiva de género en todo tipo de películas, incluso en algunas que no tienen nada que ver con el tema, como este thriller sobre la lucha antiterrorista. Aunque tengo entendido que Arantxa Echevarría es una experta en estas lides. Lástima, porque ese tufillo reivindicativo aquí sobraba totalmente. Esa sutil denuncia al paternalismo heteropatriarcal, por ejemplo, con el tema de la policía embarazada, de verdad, era necesario? No, no lo era. Por favor, déjennos ya en paz con el dichoso temita.

2. Me falta contexto con el tema del proceso de infiltración. Nos quedamos sin saber cosas del máximo interés, como la manera de contactar con los grupos abertzales, de ganar su confianza, de convertirse en una más del grupo. Cuando nos presentan a la protagonista ya está totalmente integrada, nos hurtan esa primera parte adaptativa, y de sopetón nos plantan en el último año del proceso. Y ese salto de la joven policía recién graduada a la tía ya curtida en el disimulo nos lo perdemos, cuando para mí es lo más interesante. 

3. (Aviso, spoiler gordo) Lo siento mucho, pero la cagada final del gato me ha matado. Cómo es posible que se ponga en peligro a una persona que ha hecho semejante servicio a la sociedad por la sencilla estupidez de llamar a su gatito por su nombre delante de los asesinos? Si eso fue un hecho real es tan increíble que yo no lo habría metido en el guion ni loca. Porque la sensación final es que estamos en manos de auténticos subnormales, cosa que sospechamos muchos pero, coño, no nos enseñes tanto el culo.

Para terminar tengo que decir que la escena más representativa para mí es esa en la que la infiltrada, harta de coles de escuchar rock duro vasco durante horas, llega a su casa y se pone a cantar a voz en grito "Alegría de vivir" de Ray Heredia. Joder, vale que aguantes las conversaciones demenciales de esa panda de fanáticos, sus horripilantes flequillos abertzales y sus kaleborrikadas, pero tener que soportar durante horas horas y horas esa música infernal me parece la peor de las torturas imaginables. La más terrible putada del trabajo de infiltrada.

Honor (Miniserie), by Luis Prieto y Chiqui Carabante

Tengo que decir que la serie empieza muy bien. El primer episodio es muy bueno, la trama promete y la sola presencia de Darío Grandinetti basta para engancharse como una trucha. Es muy atractiva la figura del juez aparentemente intachable que en el momento en el que ve peligrar el futuro de su hijo se salta a la torera la ley y todos los obstáculos que se le pongan por delante, incluido el coste en vidas humanas de sus actos.

Dicho esto tengo que decir que a partir del tercer episodio la cosa empieza a hundirse estrepitosamente. Y una vez más creo que es por el empeño en alargar las tramas demasiado hasta convertir las sucesivas vueltas de guion en completamente inverosímiles.

Por otra parte, teniendo en cuenta que la acción transcurre en Sevilla,  en buena parte en el mítico barrio de Triana, un lugar que está completamente petado de gente a cualquier hora del día y de la noche, es imposible creer que ocurran un montón de sucesos en plena calle sin que se vea un solo vecino ni un turista ni un simple paseante. Donde están los cientos de sevillanos que se pasan la vida de un lado para otro? Han pisado Luis Prieto y Chiqui Carabante alguna vez la calle Betis? Cómo se les ocurre situar ahí los hechos sin que apenas se crucen los protagonistas con un alma viandante? Gente que entra por la fuerza en una casa sin que lo pille in fraganti ningún lugareño, que se cuela en un patio de vecinos en el que no hay absolutamente ningún vecino, que se recorre todo el casco viejo de Sevilla corriendo sin pegarse tortazos con los miles de turistas que por allí pululan...En fin, todo un despropósito si es que alguna vez has estado por allí.

Hasta Grandinetti se va empequeñeciendo por momentos conforme la trama se va volviendo loca. Lo de entrar en la casa de Rafa para dejar la sudadera, o pegar el cambiazo del pañuelo con mocos en la comisaría es de apagón inmediato. Por no hablar de sus charletas en el jardín con el mafioso que lo está extorsionando mientras media policía sevillana está registrando la casa, vamos, sin el menor reparo, ahí a calzón quitao. Un poquito de por favoooooor, de pundonor, de algo.

En fin, concluyendo que es gerundio, que conforme se lía el lío no me creo ni a Darío.