Empiezo reconociendo que no he visto la novela en la que se basa la serie, por lo que me voy a limitar a hacer una crítica exclusivamente del producto televisivo. Aunque si es tan fiel al texto escrito como dicen sinceramente no tengo la menor intención de leer nada de este señor.
A mí la trama me ha parecido un churro de principio a fin. Ya desde el primer episodio la escena de la profesora de literatura durante la cena con el policía haciendo un retrato robot del asesino me pareció de un ridículo tan espantoso que incluso me ruboricé. Invitarla a cenar para una cosa así me pareció una majadería pero cuando empezó la tipa a analizar la psique del criminal basándose en un poema me quería morir de la vergüenza. Soy una persona muy pudorosa y este tipo de escenas me afectan muchísimo.
Y tengo que decir también que estoy hasta el mismísimo moño de que en todas las series españolas no falte un episodio en el que salga alguien vomitando ostensiblemente con gran profusión de arcadas, pero ya en esta se han explayado sin control. Creo que ha habido vomitona por capítulo. Reconozco que había escenas muy asquerosas, narices seccionadas, testículos, sangre a raudales... en fin, todo muy gore, muy explícito, muy rojo, pero realmente era necesario ver a los protagonistas vomitar una y otra vez con la cabeza metida en el váter como si no hubiera un mañana? Y por supuesto todo esto a mi hora de cenar.
Estoy empezando a plantearme seriamente dejar de ver series españolas básicamente por un motivo puramente nutricional, porque es imposible que la comida le siente bien a una de esa manera. ´Pero es que además no hay necesidad. Si un personaje tiene que echar la papa sería suficiente, pienso yo y desde aquí hago una propuesta a los guionistas de series, con que hiciera un pequeño amago y saliera corriendo. De toda la vida de Dios se ha hecho así y todos hemos entendido perfectamente que la persona necesitaba arrojar parte del contenido de su estómago. No somos idiotas, no hace falta que veamos en un primer plano ese contenido.
Dicho esto, como contrapunto tengo que admitir que me ha encantado Yon González en su papel de psicópata. Verlo cantar con tanta pasión reconcentrada con esa cara de pirado nivel Lecter no ha tenido precio. Solo su presencia ha podido compensar en cierta manera mi disgusto por el tema vomitonil. Aunque tengo que decir que la supuesta historia de amor con la chica pelirroja no solo no me ha parecido creíble en ningún momento sino que la he llegado a ver como ridícula. Vamos, casi tan ridícula como la del poli con la profe de literatura.
A ver, señores, que echando un poco las cuentas la acción transcurre como mucho en cinco semanas, y eso tirando por lo largo. Y no es concebible entre personas adultas, incluso entre psicópatas chifladísimos, ese grado de implicación amorosa desde el minuto uno. Igual entre adolescentes con las hormonas desatadas sucedan esas cosas y en cuestión de unas horas alguien pueda convertirse en el amor de tu vida, pero hombre, en gente que ya casi peina canas como que no me cuadran a mí esos cuelgues.
En fin, que soy incapaz de culpar a Marco Castillo y Fran Parra por la cantidad de gilipolleces que hacen estos personajes porque no sé si la responsabilidad última de tanta tontería es de ellos o del autor de la novela, pero que lo cierto es que me he sentido abochornada viendo tanta patochada.